Las vacunas salvan cada año millones de vidas. Su función es entrenar y preparar a las defensas naturales del organismo ―el sistema inmunológico― para detectar y combatir a los virus y las bacterias seleccionados. Si el cuerpo se ve posteriormente expuesto a estos gérmenes patógenos, estará listo para destruirlos de inmediato, previniendo así la enfermedad.